domingo, 15 de diciembre de 2013

Ruta del Turrón 2.013 - Ovejuela - Robledillo de Gata. 15-12-2.013

  Nuevo modelo de remate para gorros.
 
 
 
 
Ruta del Turrón 2.013
De nuevo hemos venido a esta bonita comarca de las Hurdes, en esta ocasión a la pequeña alquería de Ovejuela, desde donde partiremos transitando por los caminos, que nos llevaran a la población de Robledillo de Gata, esta está ya como su nombre certifica en la comarca de Gata. Aquí concluiremos nuestro recorrido, dando por finalizado nuestro calendario de actividades de 2013, nos comeremos los correspondientes turrones y polvorones, y brindaremos con cava de Extremadura, a la vez que amenizaremos a la población de Robledillo con villancicos típicos de la tierra. Deseándonos unos a otros que el próximo año podamos de nuevo reunirnos en grupo donde toque. Pero no quiero acabar yo también el año, sin contarles una de las mías. Después de meditarlo he decidido contarles algo que ya se escribió hace mucho tiempo sobre esta comarca de las Hurdes. En rutas anteriores a esta, he contado relatos y leyendas sobre esta tierra, leyendas que surgen del acervo popular de sus gentes y que narran las historias de sus seres fantásticos. Pero en esta ocasión no será así, hoy lo que les relato no es ninguna leyenda, sino parte de la historia de esta gente y su tierra muchos años atrás. Lo que a continuación les contare lo encontré buscando unos datos sobre el partido judicial de Granadilla, cuando comencé a leer lo que ante mis ojos se reflejaba, no daba crédito a la descripción que de esta tierra y sus gentes se hacía. Yo que tantas veces, he visitado toda esta comarca no podía creerme que hubiera existido un pasado tan negro y oscuro como el que se describe en este texto. Si sabemos por el documental de Buñuel sobre las Hurdes como se vivía en esa época, cuando la visito el rey Alfonso XIII. Pero es que lo que se refleja en esta descripción es aún mucho peor. Y sino juzguen ustedes mismo sobre lo que digo. Y después de que lean la descripción en cuestión, vean las imágenes que les acompaño sobre la visita de Alfonso XIII, y decidan si no tengo razón.
Por suerte para las gentes de esta tierra o país como lo denominan en el relato, mucho ha cambiado su situación, y en consecuencia para mejor. Hoy en día nada tiene que ver las Hurdes con el oscuro tiempo en que sus gentes vivieron y moraron por estas agrestes sierras y barrancos. Pero nos guste más o menos, esta es su historia y por lo tanto es bueno el conocerla. Espero que con lo que a continuación les relato les haga conocer más afondo la historia de esta maravillosa y bonita comarca. Que el pasado tenebroso y oscuro de esta comarca, les haga pensar en cuantos sufrimientos y penurias padecieron sus gentes a lo largo de su historia. Que no siempre las Hurdes fueron un retiro idílico como en la actualidad, que debido a su aspereza la cual le da esa belleza paisajística, sus moradores estuvieron condenados durante siglos a padecer y sufrir una vida de penurias y privaciones.
Este texto pertenece a Juan Pérez de Guzmán y esta extraído de su obra titulada Crónica General de España publicada en 1.870, dentro de esta obra y más concretamente en la Crónica de la provincia de Cáceres, Don Juan Pérez de Guzmán nombra el partido Judicial de Granadilla, donde dice que existe una comarca que es conocida como las Hurdes, refiriéndose a ella como sigue:
 
                “En el partido judicial de Granadilla hay una comarca conocida con el nombre genérico de las Hurdes, que comprende cinco concejos ó ayuntamientos con 46 alquerías, distribuidas en lo eclesiástico en siete parroquias. Llamándose los concejos, Cabezo, Camino Morisco, Casares, Nuñomoral y Pinofranqueado, y las parroquias son las del Ladrillar, Mestas, Vegas de Coria, Cambroncino, Casares, Nuñomoral y Pinofranqueado. Cabezo tiene cuatro alquerías; diez Camino Morisco; nueve los Casares; doce Nuñomoral, y Pinofranqueado once. Tres alquerías tiene la parroquia de las Mestas, una en Camino Morisco y dos en Cabezo; la del Ladrillar tiene otras dos, ambas en el concejo de Cabezo; 17 Pinofranqueado, de las cuales seis se encuentran en el concejo de Camino Morisco y todas las de su propio ayuntamiento; la de Nuñomoral tiene todas las 11 de su concejo; las nueve suyas Casares; la de Vegas de Coria una en la de Nuñomoral y otra en Camino Morisco, y por último, la de Cambroncino dos en este concejo.
De este país casi desconocido en el resto de la nación, apenas se ha escrito mas que lo que Larroza dice en sus Memorias (I), y una obrita titulada Historia de las Hurdes, por D. Vicente Montero, cura del Pino, que permanece en manuscrito y de la cual se ha tomado la apreciable descripción concebida en los términos siguientes:
            “Esta sierra, terreno y concejos se llama el territorio de las Jurdes ó Hurdes. Las divisiones referidas de los citados concejos están en la falda de la sierra, situadas según lo permite su aspereza, donde hay algún arroyuelo y algo de terreno para legumbres. Los concejos constan de 642 vecinos; las casas parecen chozas de salvajes, fabricadas de piedras toscas sin barro, cubiertas de ramas y pizarra, de una sola pieza las mas, en que se recojen juntamente las personas y el ganado.
            »El concejo de Franqueado está todo de Valdios del Excmo. Señor duque de Alba, y los otros dos en la Socampana de la Alberca. Es increíble la miseria en que viven aquellos infelices; para sembrar un poco de centeno y legumbres tienen que descuajar, de matorrales y peñas, un pedazo de terreno á fuerza de brazos, y esto les proporciona tan escaso producto, que los mas se ven precisados á abandonar sus casas y familias gran parte del año para ganar un jornal ó mendigar por Castilla y Estremadura. Su alimento ordinario es pan de centeno, legumbres y castañas, y esto con mucha escasez; el pan de trigo y otros manjares mas delicados, solamente son para los eclesiásticos, y esto se trae de los otros pueblos. La cama es un poco de paja de rastrojo, y los mas acomodados tienen un jergón de estopa ó tascos.
            »Estos concejos no poseen propios ni arbitrios: sus gastos se reparten entre los vecinos; no hay médico, cirujano ni botica.
            »El concejo de lo Franqueado, como está situado en valdíos del señor duque Alba, puede hacer libremente descuajos si hubiese terreno acomodado; pero los otros sufren todos los años una visita compuesta del alcalde, escribano y ministro de este lugar, todos asalariados, los cuales obligan al alcalde del concejo á acompañarlos de balde para recorrer todos los sitios y alquerías de los mencionados concejos, y por cada descuajo que encuentran imponen 21 reales de multa; lo mismo por cada arbusto nuevamente plantado, si es en tierra propia nueve reales, y si con el nuevo árbol ha dado algún ensanche á su terreno, se le multa en 13 reales. Todas estas multas son para los visitadores de la Álberca: cuando el total de ellas asciende á 1.600 reales, cada concejo contribuye con 800 reales para completar esta suma, y si falta, se hace un repartimiento entre los vecinos, pagando el que cometió el pretendido delito de ser laborioso y que en nada contravino á las leyes de la Alberca. La exacción de estas multas se ejecuta con tanto rigor, que cuando no tienen otra cosa, les quitan hasta los pobres vestidos con que se cubren. Además obligan á aquellos infelices á ir á la Alberca á sacar cartas de dote, cuyos derechos ascienden á 13 reales, pues de lo contrario repiten dichas multas al año siguiente: sobre estas vejaciones han intentado pleito por dos veces aquellos concejos; pero como no tienen fondos, no han podido continuarlos.
            »De varios arroyos que bajan de la sierra se forma el río Alagon, en que hay tres molinos de harina junto al Pino. En estos tres arroyos hay otros tantos molinos harineros que solo muelen en invierno.
            »No se puede culpar á aquellos habitantes de desidiosos, aunque todas las circunstancias físicas y políticas son tan contrarias á su industria: los pocos y miserables frutos que recogen son efecto de un trabajo increíble, pues á veces para plantar un arbolito tienen que descuajar un pedregal, reducir á polvo las piedras y echar tierra. ¡Y el premio  de tan inmenso afán son tan pesadas multas! ¿Qué estraño será, pues, que con el tiempo quede todo aquel país desierto, como quizá lo habrá estado por algún tiempo, y esto puede dar motivo á la fábula de las Batuecas”
            En la historia de las Hurdes del Sr. Montero, de quien Madoz tomó todo su estenso artículo sobre esta comarca, se completa el cuadro con el de las costumbres que allí se observan. “Habitado el país, dice, por una raza degenerada é indolente, ni aún se conocen los oficios mas necesarios á la vida; su ocupación  se reduce á pedir limosna por las provincias inmediatas, lo mismo los hombres que las mujeres y niños; algunos venden el producto de sus huertos en el partido de Ciudad-Rodrigo, y muchas mujeres se dedican á criar niños espósitos de las cunas de esta ciudad y la de Plasencia, en lo que cifran su principal fortuna, y es tanto su anhelo por recibir el precio de la lactancia, que hay mujeres que mantienen cuatro y cinco criaturas ayudada de una cabra, alimentadas todas con la miseria consiguiente, en medio de la desnudez y arrojadas sobre las camas de helechos, sin cariño y sin cuidado maternal; de suerte que mas parecen espectros vivos, que perecen luego de hambre y frio, llegando muy pocos á una juventud siempre débil y enfermiza.
            »En sus casas no hay muebles de ninguna clase; para cama se destina el grueso tronco de un árbol ahuecado y relleno de helechos, en donde duerme la familia entera, sin distinción de edades ni sexos; estos troncos se llaman batanes, porque en ellos se deshace la poca uva y aceituna del país: para alumbrarse por las noches no hay mas que lumbre del hogar. Sus alimentos son tan escasos como nocivos; en general su alimento ordinario es la patata cocida compuesta con sebo de cabra, la cual comen sin mas preparativos; y después alguna judía, pero siempre con esta grasa, y por último, hojas frutales cocidas, raíces y tronchas de yerbas silvestres, castañas, bellotas y alguna berza: apenas se conoce el pan, y el que usan es de centeno ó de los mendrugos que recogen pordioseando: solo cuando están próximos á la muerte se les da pan de trigo.
            »Los vestidos solo consisten en un calzon que les cubre de la cadera á la rodilla, una camisa sin cuello, sujeta delante con un botón, y un costal al hombro, sin mas calzado ni abrigo; las mujeres, menos aseadas que los hombres y mas desidiosas, visten harapos, que jamás cosen ni remiendan; lo regular en ellas es no mudarse la prenda que una vez visten; solo se las quitan á pedazos cuando se caen de viejas y súcias; jamás se peinan ó lavan; andan descalzas como los hombres, sin cuidarse de cubrir las partes que aconseja hacerlo el pudor natural; rara vez se compran vestido nuevo, y solo se visten de los deshechos que les venden los habitantes de los pueblos comarcanos á cámbio de lino y castañas; esto en cuanto á las mas acomodadas, pero lo general del país viste de las pellicas de cabras que matan ó se mueren, haciendo de sus pieles un vestido que introducen ó cuelgan del gañon ó pescuezo, y les cubre toda la delantera hasta los piés, ciñéndole á la cintura, muslo y pantorrillas con correas, esto en cuanto á los hombres, y las mujeres se hacen un delantal ó mandil que atan a la cintura.
            »Hombres y mujeres son de baja estatura y de un aspecto asqueroso y repugnante, aumentando con la palidez y miseria que asoma á sus rostros; en cámbio son ágiles, trepan por las montañas con la mayor ligereza, y no hay distinción en uno ú otro sexo en cuanto á las ocupaciones necesarias para ganar su subsistencia. Todas estas circunstancias hacen que sean adustos y selváticos, retirándose de los demás hombres, huyendo de ellos en los caminos, ó guardando silencio á cuanto se les pregunta: son entre ellos mismos soberbios, tanto como humildes con los demás; han aprendido á llorar su miseria sin procurar remediarla; guardan poca fé en sus palabras, así es que lo que no tenga efecto ó sea terminado en el acto, es inseguro y de difícil cumplimiento: son propensos á la embriaguez cuando salen de sus barrancos á otras poblaciones; no tienen médicos ni cirujanos; ellos usan su botánica especial y se forman las medicinas, alcanzando sin embargo larga vida; determinan sus estaciones por el estado de la vegetación y de los efectos de la atmósfera; guían sus operaciones agrícolas por las fases de la luna, la cual conocen perfectamente, deduciendo de sus cuadrantes la ocasión y término de sus males y los temporales sucesivos.
            »La religión es desconocida; el abandono de sus costumbres casi salvajes, la abyección  é indolencia que produce su miseria, la escasez de párrocos y la falta absoluta de maestros de primera educación, les hace inmorales en alto grado; viven usando de una licencia brutal, conducidos solo por su ignorante alvedrío haciendo en sus inmoderadas pasiones alarde del lujurioso desenfreno en que se hallan, y cometiendo los crímenes mas atroces, sin esclusion del parricidio ni la poligamia. ¡Cuántos son los que solo entran en la iglesia dos veces en toda su vida, al bautizarse y al contraer matrimonio! Hay alquería en la que jamás ha entrado un sacerdote, viviendo sus moradores sin el conocimiento de sus deberes del cristianismo…
            »Solo un hombre ha habido que se ocupe de este desgraciado país: este fue el Sr. D. Antonio Porras, obispo de la diócesis, que construyó las iglesias y las casas para los párrocos con algunas comodidades, echó puentes sobre ríos, é introdujo, por fin, algunas nociones sociales; desde entonces solo se ha contado con los hurdanos para exigirles contribuciones y para deprimir su bien degradada naturaleza.»
            La población oficial de estos cinco concejos es, según la matricula catastral de 1842: 740 vecinos, 4.053 almas. Capital productivo, 2.659,500 reales; imponible, 133,995; contribuciones, 18,117 reales 11 maravedís.   
 
 
De lo que aquí se relata, se puede hacer uno una idea de cómo sería la vida en esta comarca, si comparan ustedes la descripción que se hace de las Hurdes, con las imágenes que les adjunto del viaje de Alfonso XIII a las Hurdes. Si ya en estas imágenes se puede apreciar la miseria que padecían estas gentes en dicho viaje, extrapolen esto atrás en el tiempo, que es lo que describe el relato anterior, y por lo referido en el relato háganse la idea. Pánico me da el pensar de cómo sería la vida de estas personas en dicha época.
 




 
 
Y después de este retazo de historia, pasemos a ver las imágenes tomadas durante el transcurso de esta ruta del turrón.
 

Llegada a Ovejuela.

Plaza de Ovejuela.
Helada en el campo.
Peleándose con la barrita.
Charla amena en los grupos.
Camino del Chorrituelo.
Curiosa portera.
¿Quién ha perdido unas gafas?
Otra del Grupo.
Otra más

El Chorrituelo de Ovejuela.
Otra de él.
Caminando entre helechos.
  Panorámica.
¿Quieres comerte mi plátano?
Anda que es pequeñito.        

No te creas que me apetece mucho.
Bueno un plátano es un plátano.
El amigo Nacho.
Jorge resacoso.

José y Antonio, dos viejos montañeros.
La escolta del Grupo.
Entre castaños y pinos.
Otra más.
Panorámica.
Vendita juventud.
La comarca de la Sierra de Gata
y en el fondo Robledillo de Gata.
El pasado y el futuro.
Entrando en Robledillo.
Otra más de la misma.
Y otra.
Reponiendo fuerzas en una tasca típica del pueblo.
Cepos.
El Cristo del Humilladero.
La hora del turrón.

Y del cava.
Más cava.
Y más.
Foto del Grupo.         
 
 
 

martes, 19 de noviembre de 2013

El Gasco - El Gasco. 17 de Noviembre de 2013.

  Llegada al Gasco.
 
 
 
El día 17 de noviembre de 2013, realizamos un bonito recorrido por algunos parajes de esta comarca tan enigmática como es la de las Hurdes (El Gasco, Collada del Manzano, Canchigordo, Collado Riscosillo y Fragosa). Recorrimos rincones que parecen estar anclados en el tiempo, como pueden ser los bancales que los foráneos de estos lugares, construyen a lo largo del cauce del rio para sacar un mínimo rendimiento a esta tierra tan recia. Las siguientes imágenes, fueron algunas de las que fui tomando a lo largo del recorrido.
Pero antes de mostrarles las imágenes, permítanme que les narre algo sobre los seres fantásticos que andan por esta comarca de las Hurdes. En esta ocasión describe lo que sigue:
 
Las monstruosas serpientes del Río Hurdano
Muchas leyendas de grandes serpientes corren por esta quebrada y montuosa comarca de las Hurdes, la que a continuación les relato se enmarca en la pequeña población de Martilandrán. Es Martilandrán  una de las muchas alquerías de las llamadas Hurdes Altas. Pertenece al concejo de Nuñomoral. A un tiro de piedra del poblado, atravesada por la carretera que conduce a la cabeza del municipio, puede observarse una torrentera producida por la erosión de las aguas. Explican los naturales el accidente geográfico mediante una significativa leyenda que dice así:
Un rico propietario, poseedor de una hermosa vaca, empezó a comprobar que su animal presentaba la ubre escuálida y seca, cuando fechas atrás sus tetas habían sido todo un símbolo de la abundancia. Intentó buscar las razones de aquella anormalidad y para ello optó por el simple y llano método de vigilar a la vaca. Luego de una paciente pesquisa pudo observar que, cada atardecer, una gigantesca serpiente reptaba por los riscales y sigilosamente se acercaba hasta el tranquilo animal y, trepándole por las patas, le mamaba con avidez. El asustado vaquero, incapaz de enfrentarse a la monstruosa culebra, hubo de urgir una treta. Fabricó un ungüento, en el que no faltaba la pólvora, y con él restregó toda la ubre de la cornúpeta. Volvió la serpiente como cada jornada a la cata de su preciado alimento y lo engulló ávidamente como era su costumbre. Con la leche tragó el ungüento. El efecto de la pócima no se hizo esperar. Al instante el reptil se hinchó cual si fuera una pelota, siendo incapaz la piel de sujetar la presión de sus entrañas. Aquel monstruoso cuerpo explotó, voló por los aires, formándose de él la más negra nube que conocieron los siglos, que descargó sobre tal punto un aguacero que arrastró hasta las profundidades del valle del Malvellido parte de la ladera. La impresionante tormenta configuró el socavón que aún hoy se contempla.

Aunque ya tienen años, contra más empinado lo ven,
 más se alegran.
Puerta antigua en el Gasco.

Otra más.
Comenzamos el ascenso.

Algunas viejas casas del Gasco.
La escoba del grupo.
Panorámica del Gasco.
Caminando por el sendero del Lombo de las Viñas.
Panorámica del recio terreno de las Hurdes.
Otra panorámica.
Reagrupándonos en un mirador.
En primer lugar el “Volcán del Gasco”,
 a su izquierda el Gasco y siguiendo el valle
la Fragosa y Martilandran.
Diversidad de tonos con el plomizo de las nubes.

Descendiendo por un cortafuegos.
Hace unos años todas estas sierras
se consumieron en voraces incendios,
 hoy en día vuelven a estar repobladas y el nuevo
germen de sus montes poquito a poco va creciendo.
Al fondo el pico Tienda.

Reagrupados en el Collado Riscosillo.
Los pueblos de la Fragosa y Martilandran.
Pelados escarpes.

 Descendiendo hacia la Fragosa.
 
Castaños.
 Hora de comer.

Se reían debido al frio que tenían.
Está algo empinado.
Retomamos la marcha.

El “Volcán” del Gasco.
Subiendo un repecho.
Bancales de cultivos.
Panorámica.
 
Ascendiendo hacia el chorro de la Miancera.
Otra más.
Posando en el Chorro.
La Miancera.
Otra más.
Y otra.
Y esta última se la he mangado a Guillermo Castuera,
en ella se ve a través del cristal al que cuenta la película.