martes, 24 de septiembre de 2013

Integral Valle de las Batuecas - 22-09-2013

-          Llegada al Puerto del Portillo, 
desde donde comenzamos nuestra actividad.



En tierras del sur de Salamanca se esconde un territorio montañoso, intrincado, repleto de bosques y de escondidos valles surcados por rumorosas corrientes de agua, que buscan la cercanía de las tierras cacereñas a las que les da la mano en Las Hurdes, en esos confines de la tierra donde se confunden las distancias y los espacios. Este es nuestro recorrido de esta semana. El cual realizamos el domingo día 22 de septiembre de 2013.
A los pies del inconfundible perfil de la Peña de Francia se abre el enigmático valle de Batuecas repleto de pinturas rupestres esquemáticas, ocultas en abrigos rocosos, que adornan singularmente este espacio en el que resalta la imperecedera silueta del monasterio carmelita de San José.
... pero Batuecas es mucho más, es mito, es leyenda, es misterio, es un sinfín de cosas por descubrir. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, estar en Las Batuecas es estar distraído y ajeno a aquello de que se trata: es decir, absorto y embelesado. Son sensaciones que siguen sintiendo los visitantes de este valle secreto, protegido por escarpadas montañas y en el que se localiza un bello bosque de carácter mediterráneo. Un lugar donde han encontrado refugio algunas interesantes especies de la fauna ibérica. Si a ello añadimos las valiosas pinturas rupestres del Neolítico que se descubren en las cuevas y abrigos del valle, y el alto valor cultural de las leyendas sobre Las Batuecas, nos encontramos con un espacio casi sin parangón dentro de toda Castilla y León. La vegetación del valle es interesantísima, ya que en él se puede encontrar una gran variedad de árboles y arbustos: acebos, alcornoques, alisos, avellanos, brezos, castaños, cerezos, chopos, cipreses, encinas, enebros, eucaliptos, fresnos, hiedra, higueras, jaras, madroños, moreras, nogales, olmos, pinos, robles, rosales, tejos, tilos y tomillos, entre otros muchos arbustos menos conocidos. Por otra parte, la fauna no se queda atrás en interés, ya que se pueden encontrar especies de todo tipo: mamíferos (cabra montesa, comadreja, conejo, corzo, erizo, garduña, gato montés, gineta, jabalí, nutria, tejón, topo, zorro), aves (águila real, autillo, búho, buitre leonado, buitre negro, gavilán, halcón, milano, martín pescador, mirlo acuático, paloma torcaz, perdiz, petirrojo, tórtola), reptiles (culebra, lagarto ocelado, salamanquesa, víbora), anfibios (salamandra, sapo, tritón) y peces (trucha). Por último, no podemos olvidar los restos de fósiles que tanto abundan en el Valle. En general, el Valle de Las Batuecas está constituido por cuarcitas ordovícicas originadas a partir del metamorfismo de arenas silíceas. La orogenia herciniana elevó estas cuarcitas (Sierra de Francia) que fueron sometidas a los procesos erosivos depositándose los productos de la erosión en un medio marino poco profundo durante el Ordovícico (Era Primaria). Es sobre estos materiales donde aparecen los icnofósiles, huellas dejadas por los animales que vivían en aquella época. Hace más de 5.000 años, el hombre se dedicó a plasmar con pinturas algunas figuras y símbolos en diferentes covachas de este paraje natural, constituyendo uno de los conjuntos de arte rupestre más importantes de Pintura Rupestre Esquemática, un particular estilo de arte prehistórico de entre 4000 y el 2000 antes de Cristo, que se caracteriza por la gran      abstracción de los motivos que dibujan; aun así se identifican personajes y una variada forma de cabras, bóvidos, peces, etc., con unos rasgos mínimos que permiten tan sólo presuponer su correspondencia con el mundo real y que son interpretados como escenas de caza, danzas rituales y manifestaciones religiosas con personajes principales como los chamanes.
                Pero como ya saben ustedes es costumbre en mi antes de pasar a la exposición de imágenes, contar alguna leyenda o cuento si es posible de la zona en donde se realiza la actividad. En este caso lo que relato dice lo siguiente:
LA LEYENDA DE LAS BATUECAS:
Durante siglos fue opinión erudita que la comarca de Las Hurdes era una región inhóspita, habitada por "alarbes", por gentes extrañas que no sabían de más mundo que el de aquellos valles, y que un día cualquiera de un año cualquiera, como veremos, fue descubierta casualmente. Hasta entonces se pensaba que las alimañas eran los únicos pobladores de tales campos. Y de Las Hurdes se comenzó a hablar, más en concreto de Las Batuecas, ya que con el nombre de ese valle solía designarse la totalidad de las tierras hurdanas, la que iba a dar pie a un equívoco o confusión que se ha mantenido hasta mediados del XIX.
Las Hurdes habían sido descubiertas y con la "gesta" había surgido una historia legendaria. No creo, al contrario de lo que señala Leandro de la Vega, que a Las Hurdes las descubriese la leyenda (1 ), sino que ésta nació por causa de un conocimiento progresivo de aquellos lugares incógnitos, ya que la leyenda "siempre es hija de algo...y es indudable que la sencillez de los pobres jurdanos, su atraso, incultura, rusticidad, la miseria con que aún en el día viven y su escaso trato de gentes, timidez y encogimiento, dieron lugar a que se les considerase como una especie de salvajes" {2).
La leyenda tiene su misterio en cuanto a señalar la fecha de su descubrimiento, haciendo que éste ocurra en tiempos de los Reyes Católicos, de Carlos V o de Felipe II, dependiendo del autor que en ella se detuviera. Pero al igual que con la época ocurre con el protagonismo de los descubridores. Para unos son ciertos cazadores; para otros, un paje y una doncella de la Casa de Alba; y para los menos, una Señora y un Caballero de la misma casa ducal.
Sobran razones para pensar en un origen antiguo de la leyenda, un origen que se daría lejos de estas regiones, puesto que nunca faltaron países imaginarios descubiertos y por descubrir, y que en el caso de Las Hurdes solamente fue trasladada a un espacio geográfico y a un tiempo evolutivo. Esta tomó cuerpo con motivo de la repoblación llevada a cabo en Las Hurdes y zonas próximas, por la que la curiosa leyenda del descubrimiento era conocida oralmente en el siglo XIII, aunque por un mecanismo lógico en este tipo de manifestaciones tradicionales, con posterioridad, ésta se fue encuadrando en los reinados de los distintos monarcas, desde Alfonso XI hasta Felipe II, en que la impresión de la efemérides impediría que a ningún otro momento histórico se le atribuyera la hazaña.
PRIMEROS DATOS
La primera noticia referente a este suceso es la dada por Fray Gabriel de San Antonio. En su "Breve y verdadera relación de los sucesos del Reyno de Camboxa", obra publicada en 1604, señala; "Descubriéronle los Camboxas andando a caza de badas: como se descubrieron en Castilla en tiempos del Emperador Carlos V, las Majadas de Jurde, junto a la Peña de Francia, que agora son del duque de Alua a quien el emperador hizo merced dellas, por averlas descubierto un cazador suyo" (3).

El descubrimiento como obra de cazadores fue el más popular. Ello lo demuestra el que entre la clase baja se siguiese pensando de esta manera hasta bien entrada la actual centuria. Por el contrario, entre los grupos más cultos y entre los eruditos se consideraba la historia un engendro de los escritores del siglo XVII. Aunque por lo ya indicado, parece ser que lo único que aquéllos hicieron fue el adornarla con personajes que le dieran un tinte de veracidad, eliminando el azar de los cazadores afortunados.
                Y una vez concluida la pequeña introducción  sobre el Valle de las Batuecas, pasare a mostrar les en fotografías los bonitos y espectaculares paisajes de este incomparable valle de las Batuecas.

Panorámica tomada desde la senda del Reventón. 

-          Otra más.

-          Y otra.

-          Más de lo mismo.

-          Parte del grupo descendiendo hacia el convento.

-          Imagen de él.

Otra más.

-          Y otra.

-          Detalle del mismo.

-          Lugar donde se ubicaban las 
antiguas capillas de oración y recogimiento de los monjes.

Ascendiendo desde el río Batuecas.

-          Transitando entre pinos y madroñeras.

-          La Peña de Francia.

Otra más de ella.

En el centro la Peña del Huevo.

-          Sigue la caminata.

-          En hilera por las pedreras.

-          Otra más de las pedreras.

-          Valle de las Batuecas.

-          Panorámica de la sierra.

Paso de las Cornisas.

-          Transitando por ellas.

-          Otra más de estas.

-          Y otra.

-          Trepada.

Agrestes paredes.

-          Caseta de vigilancia en Peña Carbonera.