El domingo día 20 de mayo de 2012 de nuevo hemos
recorrido las sierras que separan el Valle del Jerte de la comarca de la Vera,
en esta caso en concreto hemos realizado la travesía que va desde el pueblo de
Jarandilla al pueblo de Jerte. Para realizar dicha travesía hemos transitado
por parte de la ruta de Carlos V y la ruta de la maja de los Zarzalones, que
nos llevara hasta el puente del Carrascal, por el que cruzaremos para descender
por la margen izquierda de la Garganta del Collado de las Yeguas hasta la
desembocadura de esta en la
de los Tres Cerros dando lugar a la Garganta de los Infiernos. Desde este punto
continuamos hacia los Pilones, para descender desde estos hasta el Centro de
Interpretación de la Garganta de los Infiernos y desde aquí hasta el complejo
de los Arenales donde dimos por concluida nuestra actividad. La belleza del
entorno para mi es indescriptible, por este motivo dejo que ustedes decidan
después de ver las fotografías que acompañan a estas reseñas. Pero antes de
llegar a la exposición de estas,
quisiera hacer referencia al entorno natural que encierra la Reserva Natural de
la Garganta de los Infiernos, y al Valle del Jerte en sí.
La garganta de los infiernos, el espectáculo del agua
La Garganta de los infiernos es una
Reserva Natural que está situada en el Valle del Jerte, en la provincia de
Cáceres, en un extremo de la sierra de Gredos. Destaca por su espectacularidad
en un hermoso paisaje de agradable clima, con inviernos no muy fríos y veranos
no muy calurosos.
En la Reserva Natural es conocida
por su enorme red hidrográfica llena de saltos de agua y piscinas naturales,
arroyos, cascadas y pozas creadas por la erosión del río.
Su clima permite que en el Valle de Jerte existan diversas especies de fauna y flora, como el bosque caducifolio, bosque de ribera, piornales serranos o pastizales alpinos, y diversas especies muy distintas entre sí, debido la diversidad de sus microclimas.
La roca madre de la Garganta es un gran batolito granítico que se originó hace unos 300 millones de años y se modificó estructuralmente hace cuarenta millones de años. Las principales rocas que pueden encontrarse en la zona son granitos y gneis.
Su clima permite que en el Valle de Jerte existan diversas especies de fauna y flora, como el bosque caducifolio, bosque de ribera, piornales serranos o pastizales alpinos, y diversas especies muy distintas entre sí, debido la diversidad de sus microclimas.
La roca madre de la Garganta es un gran batolito granítico que se originó hace unos 300 millones de años y se modificó estructuralmente hace cuarenta millones de años. Las principales rocas que pueden encontrarse en la zona son granitos y gneis.
Historia del Valle. La caza y la
pesca son abundantes en el Valle del río Jerte, lo que hizo que las primeras
tribus de pastores nómadas se quedarán en este valle asentadas con sus ganados.
El nombre del río Jerte proviene de la época de la invasión árabe, que a su
paso por el valle le dio el nombre de Xerete, es decir, el de aguas
cristalinas.
Años más tarde, cuando reinaba
Alfonso VIII de Castilla, allá por el año 1196, este fundó la ciudad de
Plasencia.
Ya en el siglo XVI, Carlos V pasó
por el Valle de Jerte atravesando la Garganta de los Infiernos por el Puente
Nuevo y el Collado de las Yeguas en su camino hacia la Vera. Con motivo de esta
ruta histórica. El camino por donde pasó el Emperador recibe el nombre de Ruta
de Carlos V.
A lo largo del siglo XIX, el cerezo
se va perfilando como árbol imperante entre los frutales del valle. En la
actualidad la economía del Valle del Jerte se rige por el monocultivo del
cerezo, un símbolo de la comarca que se celebra con la Fiesta del cerezo en
flor, que cada año atrae a numerosos visitantes. Ya en el año 1994, La Garganta
de los Infiernos es declarada Reserva Natural.
Interés turístico y cultural. En la
Garganta de los Infiernos destacan principalmente los tramos del río donde,
aparecen las espectaculares Marmitas de Gigante e impresionantes saltos de agua
en el paraje de "Los Pilones", uno de los más destacados del valle.
La gran fama de la Garganta de los Infiernos se atribuye sobre todo a esta
zona, en la que abundan los saltos de agua y las cascadas, junto a las grandes
pozas, fruto de la erosión del cauce del río en la roca. Sus aguas cristalinas
en verano hacen de este un lugar ideal para disfrutar de un paseo por el bosque
y un refrescante baño en las pozas.
La Reserva Natural cuenta con tres
circos de antiguos glaciares, "Glaciar de San Martín", "Glaciar
de La Serrá" y "Glaciar de Asperones". Y se extiende por el
Jerte, Tornavacas y Cabezuela, ubicada al norte de la sierra de Tormantos y al
sur de la sierra de Gredos, es al oeste de estas formaciones montañosas donde
la garganta entronca con el río Jerte. El techo de la Reserva Natural lo forman
la Cuerda de los Infiernillos y el Cerro del Estecillo, bordeando el valle
glaciar de la Garganta de la Serrá.
El Valle de Jerte cuenta también con
un rico patrimonio cultural. Si hablamos del trazado ribereño y del modelo
serrano, nos referimos a los modelos fundamentales de la estructura urbana del
valle, determinados por la ubicación de los núcleos esparcidos por las cumbres
y laderas.
El tipo ribereño es un modelo de pueblo-calle, fruto de la angostura del terreno, una larga calle y plazuelas abiertas junto a los principales edificios de los pueblos que suelen ser el ayuntamiento y la iglesia. Este tipo podemos verlo en Tornavacas y Jerte. En Cabezuela podemos encontrar una forma triangular y varias calles principales cortadas por otras más pequeñas. Una construcción que se fue adaptando a las irregularidades del terreno.
En la arquitectura también encontraremos diferentes tipos de casas, que se diferencian entre la casa solariega y la casa popular. La primera podemos situarla en el periodo renacentista, construcciones señoriales imitando palacetes, casas con fachada de piedra labrada, dinteles con leyendas y escudos, entre las que destacan los palacios episcopales de Tornavacas y Cabezuela.
El tipo ribereño es un modelo de pueblo-calle, fruto de la angostura del terreno, una larga calle y plazuelas abiertas junto a los principales edificios de los pueblos que suelen ser el ayuntamiento y la iglesia. Este tipo podemos verlo en Tornavacas y Jerte. En Cabezuela podemos encontrar una forma triangular y varias calles principales cortadas por otras más pequeñas. Una construcción que se fue adaptando a las irregularidades del terreno.
En la arquitectura también encontraremos diferentes tipos de casas, que se diferencian entre la casa solariega y la casa popular. La primera podemos situarla en el periodo renacentista, construcciones señoriales imitando palacetes, casas con fachada de piedra labrada, dinteles con leyendas y escudos, entre las que destacan los palacios episcopales de Tornavacas y Cabezuela.
Por el contrario, la casa popular es
la construida con finalidad agropecuaria. Con una bodega en la planta baja, una
cuadra y un corral.
Otras construcciones curiosas de la
zona son los tinaos, también conocidos como casillas, la construcción pecuaria
por excelencia de los prados del valle. Suelen ser cobertizos de piedra y
madera.
Las majás son construcciones también
características de la zona que, se utilizan para la actividad ganadera y de
vivienda para el cabrero.
Los guanjos son unos peculiares
cobertizos que aprovechan el declive el terreno donde, antaño se resguardaban
los carboneros mientras vigilaban la combustión de las carboneras.
En medio de la campiña se levantaban
enormes casonas donde vivía la familia que cuidaba la heredad, a estas casas se
les llama caserías. Un elemento importante dentro del paisaje del valle son los
aterrazados con piedra, llamados Bancales. Mediante estos muros construidos en
seco, se retiene la tierra fértil, permitiendo así el cultivo en zonas donde la
tierra fértil desaparecería por los efectos de la lluvia en pocos años.
Pero lo que más
llena mi memoria después de 40 años, son los recuerdos del viejo campamento de
la OJE que se asentaba en estos parajes, en el cual pase momentos
indescriptible cuando aun no superaba los 12 años, cada vez que transito por
estos lugares el recuerdo claro y nítido de la infancia me devuelve al mástil
de la bandera rodeado por las tiendas de lonas, donde todos los niños
formábamos a la hora de arriar la bandera. Por esto déjenme que les reproduzca
un párrafo escrito por un tal Alfonso Callejo el día 28-04-2009 el cual lleva
por título:
ESTA noche he soñado con ello. Dicen que los episodios oníricos vividos con
inusual realismo denotan un arraigo especial en nuestro subconsciente de esos
hechos, por haber tenido una transcendencia importante en algún momento de la
existencia. Y así debe ser en mi caso, porque he percibido de nuevo el claro
aroma del poleo ribereño y de la hierba que se despierta todavía húmeda en las
frescas mañanas de julio, en un lugar donde se desparraman las montañas de
Gredos hasta las mismas riberas del Jerte: el campamento Emperador Carlos,
donde inicié como 'flecha' un amplio periplo campamental hasta el final de la
adolescencia.
Ha venido de nuevo a mis oídos el aullido de los últimos lobos que aún
habitaban hace cuarenta años aquellos escarpes y que escuchábamos en un
silencio receloso bajo la liviana protección de una tienda de lona. Y el despertar
violento que siempre llegaba demasiado pronto acompañado por los sones
paramilitares de 'en marcha campamento que el día va a empezar ', que desde la
megafonía se expandían por la sierra en ecos intrusos que amenazaban con
despertar a toda la comarca. Esta noche he vuelto a ver nítidamente las caras
absolutamente olvidadas de aquellos compañeros de otros pueblos con los que
establecí las primeras amistades ajenas al entorno del colegio y con los que
suelen estrecharse esos frustrantes lazos tan ilusionantes como efímeros: un
mes de intensa camaradería y una vida entera de olvido que se inicia al pie del
autobús el día de la partida. He vuelto a trajinar aceleradamente tratando de
dejar mi petate bien cuadrado y centrado antes del inicio de la temida revista...
La OJE eran marchas alucinantes serpenteando entre vegetaciones abruptas que
nos hacían sentir como pequeños exploradores hasta descubrir una garganta donde
remojar la irrepetible y llevadera fatiga de los doce años. La OJE eran los
fuegos de campamento, que iluminaban la noche del Valle con parodias y teatros
atrevidos con los que vencíamos por fin a las vergüenzas pegajosas del regazo
familiar. Y sobre todo, la OJE eran canciones; canciones para las marchas, para
los actos solemnes, para el autobús: 'guarda tus penas en el fondo del morral y
ríe ya ' he vuelto a tararear entre sueños. El ideario, a aquella edad, era lo
de menos. 'Vale quien sirve' es una máxima con vigencia eterna, sin color
político.
Pero antes de continuar con
la exposición de las fotografías, que he tomado a lo largo del recorrido, permítanme
que me explaye de nuevo contándoles una breve leyenda de esta comarca del Valle
del Jerte. En este caso lleva por título:
“YA TORNAN LAS VACAS”
El actual nombre de “Tornavacas”, es
posible que proceda de la famosa batalla contra los árabes en el siglo X.
El rey leonés Ramiro II batallando con los
árabes llega al puerto de Tornavacas con la intención de conquistar el Valle
del Jerte, pero se encuentra con una fuerte oposición de las tropas sarracenas
cordobesas acaudilladas por Ahmad Ben Yala.
Los cristianos no conseguían avanzar he
idearon una estratagema consistente en atar unas teas encendidas a los cuernos
de las numerosas vacas que pastaban en esta zona, y por la noche azuzarlas
hacia el campamento enemigo, dando al mismo tiempo grades gritos y haciendo
mucho ruido, para hacer creer a los árabes que era un ataque de una numerosa
tropa.
La idea tuvo éxito y el ejército árabe
salió en estampida hacia la población de Ambroz, hoy Plasencia. Las vacas, con
las teas encendidas se dispersaron en la noche.
Al amanecer, como guiados por el instinto,
los animales volvían a sus lugares de pastoreo, y de ahí que al verlas llegar
pronunciaran los aldeanos la frase “Ya tornan las Vacas”.
Saliendo de él, para iniciar nuestra ruta.
Transitando por el itinerario
de la ruta de Carlos V.
Parada para reagruparnos.
Otra más de la parada.
Panorámica del robledal.
Parada en la garganta del Yedron.
En ella repusimos un poco de fuerzas.
Emboscados entre los brezos.
Panorámica de la ascensión hacia el
Collado de las Yeguas, desde
el puente de la Garganta del Hornillo.
Puente de la Garganta del Hornillo.
Panorámica de los Escalerones.
Posando en ellos.
Mirando hacia abajo.
Esto es lo que se ve.
Otra panorámica.
Y otra más.
¿Y este de donde ha salido?
Gente menuda, pero no vean cómo andan.
Panorámica.
Descansando en el Collado de la Encinilla.
Hidratándose.
Garganta
de las Yeguas.
Comiendo.
Puente del Carrascal.
Los Pilones.
A
reponer líquidos.
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