Llegada
al Raso.
El domingo día 28 de Septiembre de 2014, hicimos la ruta de los
Hermanitos de la Tejea, los que se encuentran enclavado en la Sierra de Gredos
al pie de la garganta de la Tejea. Fue una pena, el no poder acceder a estos
debido a la lluvia que nos acompaño en gran parte del recorrido, pudimos llegar
a la base del primer hermanito, pero desde allí tuvimos que darnos la vuelta
sin poder coronar alguno de ellos, pues debido a la lluvia las rocas estaban
peligrosamente deslizantes, lo cual hacia misión imposible el intentar coronar
uno de estos. Otra pena fue también el que debido a las nubes que cubrían todo
el entorno, no se pudo observar la magnificencia del paisaje que rodea a este
lugar. Pero seguro que otra vez será. Aún así os quedo algunas de las instantáneas
que fui tomando a lo largo del recorrido.
Ahora si medan un poquito de tiempo, y antes de exponerles las
imágenes, les contare algo sobre los restos del Castro celta del Raso, lugar
donde terminamos nuestra actividad.
El Castro de El Raso (vetón – celta)
El castro de El Raso es un
asentamiento vetón situado en el municipio
de Candeleda (Ávila) próximo a Madrigal de la
Vera, concretamente en una zona denominada “El Freíllo“, próxima a
la pedanía de El Raso.
Se
trata de una construcción defensiva con murallas que alcanza una
superficie de unas 20 hectáreas. Parte de los
hallazgos arqueológicos encontrados se encuentran en el Museo de Ávila,
constituyendo lo que se denomina el tesorillo
de El Raso, compuesto por algunas piezas y monedas de plata. En
el castro se ha rehabilitado dos de las viviendas para dar cobijo a
un centro de interpretación que ofrece información sobre el yacimiento.
Su
excepcional situación sobre la Garganta de Alardos no sólo lo hacen un lugar de
gran belleza, si no también estratégico y fácil de defender. Datado
en la Edad del Hierro ocupa una destacada
posición sobre la garganta que le sirve de foso, su parte alta está totalmente
protegida por un fortín
y hacia la llanura conserva restos de una muralla de 2km de perímetro
con una anchura media de 2-3m, torres de refuerzo (hacía el sur, para dominar
el valle) y bastiones (en la puerta de la muralla). Esta estratégica posición
permitía controlar la parte baja y los accesos a los pastos de la Sierra de Gredos.
Fue
ocupado desde finales del siglo
III a. C. hasta mediados del siglo I a. C.,
momento en que se abandona
posiblemente debido a la conquista
romana.
A partir de este momento la mayor parte del poblado es destruido y sus murallas
inhabilitadas por los romanos lo que hace que sus habitantes se vean obligados
a trasladarse a las zonas llanas del valle, dando lugar al progresivo abandono
del lugar. Se trata de una construcción ex novo, ya que se ha localizado un
poblado anterior, en llano y sin murallas, en una zona cercana, El Castañar,
que fue destruido (marcas de incendio no accidental). Con este poblado se
relaciona la necrópolis, cuya cronología abarca desde el siglo
V hasta el siglo III. a. C. La necrópolis de El Raso no se ha
localizado.
Excavado
desde los años 70 por
F. Fernández Gómez. En el interior se excavaron cuatro sectores,
que evidencia una amplia densidad ocupuacional y la carencia de organización
urbana, ya que los trazados de las calles son irregulares. Sin embargo, la
planta de algunas casas se inspira en modelos helenísticos (griego), con un hogar central
(alto de barro en el centro de la estancia donde se hacía fuego), con banco
corrido, en torno al que se distribuyen el resto de las estancias, y un porche
en la entrada, con un pequeño corral para animales. La habitación principal era
la cocina,
que se usaban además como dormitorio,
comían en el banco corrido pasando los alimentos
de mano en mano según jerarquía (edad y dignidad).
Las
construcciones estaban hechas de barro,
piedra y madera y los techos de entramado vegetal. Sus
moradores eran agricultores y ganaderos (también cazaban y recolectaban frutos)
y no usaban la escritura. Tenía importancia también el trabajo de metales:
hierro (para herramientas y armas), bronce (para pequeños accesorios
personales) y oro y plata (para joyería). Conocieron también la vid, pues
de ella hemos encontrado algunas semillas en las excavaciones. Y a la
existencia de vino quizá se deba el recubrimiento de pez que observamos en las
paredes de algunos vasos de provisiones.
Este
recinto amurallado pudo contener, a juzgar por el número de las halladas en los
espacios excavados, cerca de
500 casas, y estar habitado por unas 2.500 personas,
entre las que no se han detectado la existencia de clases sociales.
En el
exterior del poblado se encuentra el santuario de Postoloboso,
dedicado al dios Vaelico,
relacionado con el lobo —que debió ser abundante por estos lugares— de donde se
especula que pudieran proceder parte
de sus habitantes
ya que se han encontrado restos anteriores al castro y donde también se
especula pudieron volver una vez expulsados por los romanos. También pudiera
ser que vinieran del “Prao
de la Carrera” (campa protegida por empalizada) a los pies de
los Hermanitos de
Tejea
ya que se han encontrado restos anteriores al hierro también. No obstante la
hipótesis más fuerte apuesta porque varios poblados dispersos de la zona,
incluido en el El Castañar y el Prao de la Carrera como quizá los más
representativos, para refugiarse de los ataques cartagineses (Aníbal) y de
otros enemigos comunes construyeran la fortificación de El Raso
para vivir en ella.
El
poblado que allí levantan ocupa no solo la suave colina de la que llaman Cabeza de la Laguna,
sino que asciende por la ladera inmediata, hasta las alturas de El Castillo,
potente fortificación que cierra la muralla que rodea al poblado, y parece
continuar todavía más arriba, hasta alcanzar un segundo baluarte, El
Castillejo. Por delante de la muralla, reforzada con torres de planta cuadrada,
excavan un foso,
de hasta 13 m de anchura y 3 de profundidad, que protege al
poblado todo a su alrededor, excepto por el lado occidental, el más abrupto,
por el que corre la Garganta de Alardos.
Sus
gentes tenían como antepasados en Centroeuropa. De allí pudieron haber
salido un par de siglos antes, en un lento caminar hacia el Oeste, en busca de
mejores tierras para sus cultivos y ganados. Son grupos de gentes que se
mueven muy despacio, con sus familias y enseres. Van siguiendo sobre todo
el curso de los ríos más importantes, a cuyas orillas fundan núcleos de
población que acabaron siendo ciudades.
Actualmente
en el Museo Historico Municipal se exponen una serie de urnas funerarias de la
necrópolis de El Arenal y diversos elementos de la vida cotidiana en el castro
amurallado. Celtas en el Sur de Gredos, que es como
se llama esta exposición, es un complemento imprescindible y una invitación
para visitar el conjunto arqueológico de El Raso, el más completo del mundo
céltico: un poblado, su necrópolis, un castro amurallado y un santuario.
Este
paseo por la historia se hará rodeado de la mayor diversidad biológica y
paisajística de Gredos, disfrutando de un clima amable y pudiendo saborear los
productos de la tierra, de una calidad reconocida, dentro de una oferta
turística de innegable atractivo.
La
entrada tanto al Museo como al Castro es libre.
El guarda está de 10:30
de la mañana, hasta que anochece
Comenzamos a andar.
Otra
más.
Jorge.
Embalse de Rosarito.
Recuperando.
El
camino.
Otra más.
Panorámica.
El grupo.
Algunos paraguas se abrían.
Otra
más.
Viejos robles.
Los Hermanitos de la Tejea.
Antiguas pinturas en un abrigo de rocas.
Llegando
a una majada reconstruida.
Otra
más.
Otra imagen de los Hermanitos.
Más de la majada.
Y más.
Otra.
Camino de la Tejea.
Entre enebros.
Puente
sobre la Tejea.
Garganta de la Tejea.
Camino hacia los Hermanitos.
Otra más.
Las altas cumbres cubiertas por las nubes.
Entre la bruma el primer hermanito.
Parada en la ascensión.
Retomamos
la subida.
La base del primer hermanito.
La
lluvia nos acompaña.
Ruinas de una antigua majada.
Nos sirvió de refugio para comer.
El gracioso del Grupo.
Panorámica de los Hermanitos entre la bruma.
Ruinas del Castro de el Raso.
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