lunes, 25 de febrero de 2013

Cabeza Nevada (Gredos) 24-02-2013

 
Preparándonos para comenzar la actividad.
(Pueblo de Navalperal de Tormes).
 
 
El domingo 24 de Febrero, realizamos la ruta invernal de la subida a Cabeza Nevada, consistió en: saliendo del pueblo de Navalperal de Tormes, llegar a la laguna del Cervunal o del Novillero, para desde aquí, comenzar la ascensión a la Mogota del Cervunal, también conocida como Cabeza Nevada. Y desde esta cima descender hasta el desagüe de la laguna Grande de Gredos, para desde este punto ascender por los Barrerones y volver a descender hasta la plataforma. Esta fue la opción larga, ya que había otra opción. La cual consistía que una vez llegados todos a la laguna del Cervunal o del Novillero, los que no quisieran optar por la alternativa fuerte, descenderían desde este punto hasta la garganta del Pinar, llegando al refugio de la Barranca, para desde aquí descender hasta el pueblo de Navalperal de Tormes, opción que tome con seis personas más, el resto realizo la de la ascensión a la Mogota del Cervunal. Por lo tanto las fotografías que expongo sobre la subida a Cabeza Nevada, son tomadas de las que realizo el amigo Agustín. El resto de las instantáneas son mías.
                El tiempo que tuvimos durante todo el trayecto fue bueno, aunque a los que optaron por realizar la alternativa fuerte, se les complico después de coronar Cabeza Nevada.
 
                Una vez concluida la explicación, déjenme que les relate como es costumbre en mí una de las muchas leyendas, cuentos y fabulas que por estos lugares de la Sierra de Gredos abundan. En esta ocasión se trata de un cuento de la comarca de Arenas de San Pedro el cual relata lo que sigue:
 
 
CUENTO DE LA BICHA PELUDA.
 
Hace algunos años, no existían las lavadoras y la ropa y todos los trapos se lavaban en el río. Sobre alguna piedra o restregando la ropa contra la banca de madera a la corriente del cauce. Las mujeres se reunían con las vecinas y parientas, para hacer el jabón en la puerta de la casa con la grasa, sebo y aceite desecho, que junto a una mezcla exactamente calculada de agua y sosa, removían con una pala de madera, mientras hervía el cocimiento en una gran caldera de cobre puesta sobre una trébede en el fuego. Luego la pasta se vertía sobre una bandeja o cajón de madera y se cortaba con un cuchillo o alambre haciendo las partes que se usaban como pastillas. El jabón casero hecho de la forma tradicional era muy bueno y mezclado con la greda era capaz de quitar cualquier macha por mala que fuera de quitar.
 
Cuando salían de casa para ir al río a lavar al cauce cogían un cesto con ropa sucia, la banca, el jabón y en el invierno llevaban además una cobra con agua caliente para desentumecerse las manos heladas por el agua fría de nieve. Pues era normal que muchas mañanas tuvieran que romper el hielo del cauce con una piedra o palo para poder lavar la ropa con el agua helada.
 
Un día de verano de esos que de la caló no se podía ni respirar, salió al alba de su casa la tía Marcelina al río a lavar. Según bajaba de su casa al cauce iba llamando a sus vecinas y amigas con las que había quedado para ir juntas al río a lavar la ropa sucia. Pues era muy normal hacer esta tarea en animados corros de mujeres. Mientras quedaban en sus casas al cargo de los más pequeños…
 
- Eusebia, vamos que nos van a quitar los mejores sitios para
lavar y nos tendremos que ir río arriba a lavar si no te
espabilas.
 
- Ya voy, Marcelina que me estoy poniendo el guardapiés. Respondió la buena vecina desde el zaguán de su casa.
 
Y así poco a poco pero sin perder el tiempo, fueron juntándose unas cuantas vecinas que en tropel y en conversación muy animosa llegaron al río y cuando vieron que los mejores sitios ya estaban ocupados decidieron subir un poco más arriba a lavar. Al llegar a la orilla se dispusieron a lavar mientras hablaban de las cosas que las habían pasado y de las que las provocaban risa. Pues las bromas formaban parte importante de estos ratos de fregoteos.
 
Como era tiempo e verano algunas se quedaron en viso y enaguas y se metieron en medio del río para refrescarse. Y estando en estas de pronto una gran bicha llena de pelos como las crines de un caballo se acercó a las mujeres silbando y lanzando bufidos como un dragón. Las mujeres que estaban en la orilla estas al ver la descomunal bicha como un pino de larga, como una vaca de gorda y con mas pelos que un oso, dieron la voz de alarma, las que estaban en medio del charco salieron corriendo del agua dando chillidos, dejando la ropa tirada por la ribera del río, incluso algunas prendas fueron llevadas río abajo perdiéndose para siempre. Echaron todas a correr en dirección al pueblo sin vestirse horrorizadas ante la imagen del pedazo de bicha con pelos.
 
Al llegar al pueblo se formó un gran revuelo y pronto corrieron las voces por todo el pueblo, decidiendo que tenían que ir a pedir ayuda a los hombres. Pero como era tiempo de verano los que no estaban en la sierra con el ganado, estaban en las dehesas binando o regando las cosechas. Por lo que solo había viejos y niños que fueron al río a ver si la veían, pero nada la Bicha no aparecía por ninguna parte…
 
Cuando a la noche llegaron los hombres al pueblo, sus mujeres les contaron lo ocurrido, y los hombres tomándoselo a chufla les dijeron que no sería para tanto, que seguro que lo que habían visto no era una bicha sino una mata de margaritas de agua reliadas a un tronco podrido de aliso.
 
Entonces las mujeres se enfadaron mucho y se negaron a volver a río a lavar si no iban los hombres y la mataban. Y así lo hicieron. En un principio a los hombres esto no les importo nada, y se fueron a dormir y al día siguiente a trabajar. Pero al cabo de unos días las cosas no fueron tranquilas para nadie. Ya que pronto la ropa sucia empezó a amontonarse en las casas pues las mujeres no querían volver a río a lavar hasta que no desapareciera la bicha con pelos. De modo que no quedaba ropa limpia, los pañales sucios daban un olor insoportable y los calzoncillos, bragas, calcetines y camisetas olían a huevos podridos. La situación era insoportable. Entonces los hombres decidieron en una reunión que hicieron en la taberna del Tío Meapoco salir al día siguiente a cazar la bicha peluda todos juntos. Y así se lo comunicaron a las mujeres.
 
A la mañana siguiente antes de que el sol diese sobre los picos verdes de la sierra salieron hacía el río, unos armados con estacas, otros con hondas, palos y piedras. Al llegar a la orilla del charco unos fueron un poco río arriba y otros fueron otro tanto río abajo. Estuvieron todo el santo día buscando a la bicha peluda pero no dieron con ella, y lo que es peor no dieron con la cueva donde se encuevaba.
 
Mientras algunas mujeres lavaban la ropa en los desagües de las fuentes, donde abrevaba el ganado cuando lo traían al pueblo por las tardes y donde bebían todos los animales a la mañana. Pero eso estaba prohibido y la multa era tan grande. Ya que solo una vez que lavaron en el pilón bebieron unas cabras y borras de las aguas emponzoñadas de la fuente, y por la sosa del jabón venenoso, muriendo tres cabras y siete ovejas. Se armó tal revuelo que nunca más nadie se atrevió a lavar la ropa en las fuentes. Pero la ropa seguía sucia y ya habían usado las mantas y las sabanas para hacerse camisas, enaguas, bragas, calzones, medias y calcetines. El mal olor era insoportable y ya no solo olían mal las casas si no que todas las calles del pueblo se llenaron de un olor que espantaba a los muertos, atrayendo ejércitos de moscas y a los abantos. Los días pasaban y los hombres no daban con la bicha peluda por ninguna parte. Tan solo unos pocos habían visto por las orillas del río cerca de los bancales donde los huertos florecían y maduraban sus frutos, verduras y hortalizas el negro rastro que esta dejaba a su paso. Por lo que ninguna mujer quería acercarse siquiera a los huertos para vinar o regar o recoger lo que ya esta pintón. Así que los huertos poco a poco fueron perdiéndose por el miedo que tenían a la bicha con pelos que rondaba por las orillas del cauce del río muy cerquita del pueblo.
 
El tiempo seguía pasando y ya no solo las ropas y los huertos empezaron a ser desatendidos y perdidos por las zarzas y la maleza. Si no que al tener los hombres que seguir buscando a la bicha, el ganado lo tenían que atender los niños quedando estos a merced de los lobos, aunque todos los rebaños tenían varios perros con sus carrancas. Así estuvieron más de tres meses buscando a la bicha hasta que una mañana del mes de octubre por fin, el esquilador encontró bajo una gran mata de toronjil una piedra que debajo parecía tener la entrada de una profunda cueva. Tiró de su azolillo y limpio la entrada de broza, hasta que de pronto apareció delante de él la boca de una gran cueva que parecía bajar a los mismos infiernos. Se asomó a ella y escuchó un tremendo silbido. Miró bien y vio los ojos de la bicha con pelos que parecían tizones encendidos… Ya no había duda, allí era donde se encuevaba la bicha con pelos. Fue al pueblo y dio la noticia a todos los vecinos y a las autoridades competentes. Reuniéndose en el atrio de la iglesia como era costumbre hacer en las grandes y más importante reuniones del lugar. Todos daban ideas acerca de cómo hacer salir a la bicha de su profunda cueva.
 
- Con agua, inundemos la cueva con agua. Dijo uno.
 
Y así lo hicieron empezaron a echar agua pero la bicha que no salía.
 
- Metamos un conejo atado a una cuerda, cuando se lo esté tragando tiraremos de la cuerda y sacaremos a la bicha como si fuera una anguila. - dijo otro.
 
Y así lo hicieron, fueron a por una gran maroma ataron un conejo que había cogido el alimañero el día anterior y lo tiraron por la boca de la cueva abajo. Pero nada que la bicha de un mordisco se tragó el conejo partiendo la maroma como si fuera un hilo de seda. Ya se estaban empezando a cansar y la bicha desde la profunda cueva lanzaba tremendos silbidos que dejaban sordo y paraban el pulso del corazón de quienes la escuchaban.
 
- Ya esta dijo un tercero, hagamos fuego y ahumemos la cueva ya veréis como así sí que sale esa condenada bicha.
 
Y así lo hicieron, fueron unos a por teas de pino, otros por miera y otros a por una jaugos que mezclaron con ramas verdes de aliso y sauce. Lo metieron en la boca de la cueva y los dieron yesca. Pronto los silbidos parecieron truenos que salían de la tierra, haciéndose cada minuto más y más fuertes. De pronto la enorme serpiente llena de pelos por todas partes enormes como nunca jamás se había visto, apareció por la boca de la cueva apagando las llamas del fuego pero provocando mas humo al arder los pelos negros de sus crines como el carbón. Algunos echaron unos pasos atrás, pero otros sin perder el tiempo agarraron lo que tenían más a mano y una lluvia de palos piedras y estacazos cayeron sobre la bicha dándola muerte con gran alegría por parte de todos. Luego se fueron al pueblo con la bicha y aquella noche celebraron una gran fiesta por todo lo alto.
 
Salieron los guitarreros y las mozas prepararon dulces y limoná, estuvieron toda la noche de ronda y danzas, pero no se habían percatado de un gran peligro que le acechaba desde lo más profundo de la tierra. Nadie cayó en bajar a la profunda cueva pues dentro en lo más hondo la bicha había puesto tres huevos. Uno blanco, otro negro y otro más colorao. Y ya cuando pasó el tiempo que ha de pasar para que se rompieran, salió del huevo blanco un culebro manco que se fue a vivir al barranco. Luego se rompió el huevo negro del que salió un culebro ciego que se fue a vivir a otro pueblo. Y por último rompió el coloraó del que salió un culebro manco, ciego y escalabrao, que se fue a vivir a otro lao. Dejando su cobacho abandonao y por grandes zarzales tapao, dejando en él un gran tesoro lleno de monedas de oro amontonao…
 
                Y una vez concluido el relato del cuento de La Bicha Pelua, sin más demora paso a la exposición de las instantáneas.
 

Otra más.

Hemos comenzado a andar.
El objetivo del día: Cabeza Nevada.
Aunque la temperatura estaba bajo cero,
empieza a sobrar ropa.
Comenzamos a subir la Sierra del Cervunal.
Panorámica de la cuenca de la Garganta del Pinar.
Al fondo las cumbres del circo de Cinco Lagunas.
  Otra más.
  Reagrupándonos.
Seguimos en nuestra ascensión hacia
la laguna del Cervunal.
Hacia ella nos encaminábamos.
 
Panorámica de Cabeza Nevada.

Ya se ven algunas cumbres del circo de la
Laguna Grande de Gredos.
Otra panorámica.
Llegando al refugio del Cervunal.
En el nos encontramos.
Jorge no estaba muy contento,
porque no le deje hacer la opción larga.
Panorámica.

Laguna del Cervunal.

Se le iba pasando el enfado.
El entorno que nos rodeaba era espectacular.
Si no juzguen ustedes mismos.
Descenso hacia el refugio de la Barranca
situado en la Garganta del Pinar.
Otra más.
Curso de la Garganta del Pinar.

Foto del grupo, falto Yo.
En esta si esta el “Tío de la Boina”.
 
 
A partir de aquí las fotografías son tomadas por Agustín, a excepción de la última que es mía.
 
Comienza lo duro.

  Panorámica de la laguna del Cervunal.
En plena ascensión.

Ya se divisa la cumbre.

En ella se encuentran.

Espectacular imagen del circo de Gredos.

Y del de Cinco Lagunas.
 
  Esperando en la Plataforma a que llegasen
los de la opción A.
 
 
 


 
 

lunes, 11 de febrero de 2013

Castillo de Monfragüe - Camping de Monfragüe - 10-02-2013

Preparándose para comenzar la ruta.
 
 
 
El domingo 10 de febrero de 2013, hemos realizado la travesía que va desde el castillo de Monfragüe al Camping de Monfragüe. Es una ruta de senderismo bonita y fácil, donde podemos observar el maravilloso entorno del Parque Nacional de Monfragüe. El tiempo estuvo frio y nuboso, pero nos dejo realizar la marcha sin lluvia, la que llego cuando ya habíamos llegado a nuestro destino, donde tuvimos la degustación de una sabrosa paella, la cual nos reconforto el cuerpo.
Las imágenes que tome durante el recorrido se las espongo a continuación, después de que les comente algunas leyendas de estos lugares, que son dados a ellas. En esta ocasión les contare tres que dicen lo que sigue:
 
El llanto de la mora.
 
Cuenta la leyenda que la hija del alcaide del castillo, la hermosa Noeima, se enamoró de un caballero cristiano, lo que propició la perdida de la fortaleza, por lo que el alcaide maldijo a su hija, conjurándola a vivir aislada en aquel paraje hasta la consumación de los siglos: dicen que aún sale durante las noches tenebrosas del invierno, cuando gime el viento entre las ruinas, sentándose en el cancho de la Mora y llorando perlas que se pierden entre la maleza, mientras sobre su frente reluce una estrella negra.
 
El Salto del Gitano
 
Cuenta la leyenda que un día un par de comerciantes, viendo que se les hacía de noche, decidieron acampar en los chozos de Villarreal de San Carlos para continuar su camino al salir el sol y conducir a su cuadrilla de mulas a Trujillo para venderlas y sacar unos buenos cuartos. Un bandolero gitano que rondaba el lugar se percató de la intención de los comerciantes y una vez que los hombres con sus acémilas se pusieron en marcha, les salió al paso, acabó con su vida y se hizo con su mercancía. Pero poco le duró su satisfacción ya que se topó con una pareja de la guardia civil. Al verlos frente a él, dio media vuelta, comenzó a correr desesperadamente y al darse cuenta que su única salida eran las enormes rocas que se precipitaban sobre el río Tajo, no lo anduvo dudando y antes de ser apresado, decidió tomar carrerilla y saltar el precipicio hasta Peña Falcón… cosa que consiguió milagrosamente.
De ese modo se libró del apresamiento de los civiles, quedando éstos petrificados ante tan asombroso hecho. Caprichos de la orografía del terreno: Existe una roca que se asemeja a la figura de un guardia civil con su tricornio, mirando hacia la gigantesca roca en la cual desapareció el gitano bandolero.
 
Este mismo paraje, antes conocido por Portilla del Tajo, es escenario de otra hermosa y antigua leyenda, de la que existen múltiples versiones…
 
La Princesa Mora
 
La princesa mora Zaida fue amante, concubina o esposa (no hay acuerdo de los historiadores) del rey Alfonso VI, el conquistador de Toledo y protagonista de innumerables historias.
Se dice que Zaida huyó de Toledo por el Rio Tajo en una endeble barca, que naufragó al llegar a este paraje. Sobrevivió, pero estaba perdida y desaparecida. Su amado, el rey Alfonso VI la seguía y la buscaba desesperadamente por las orillas del Tajo. Gracias a las indicaciones de un lugareño la encontró viva en la orilla de un arroyo, que para siempre ha conservado el recuerdo de la pérdida de Zaida: El arroyo “do la vi” (donde la ví), que ahora es el Arroyo de la Vid.
 
Es solo una leyenda, pero la mora Zaida fue un importante personaje histórico. Y aunque su vida esté rodeada de contradicciones, lo cierto es que llegó a ser Reina de Castilla, con el nombre de Isabel y llegó a dar al rey Alfonso VI un heredero al trono, Sancho Alfónsez, que murió con solo 15 años en la batalla de Uclés.
 

Comenzamos a andar hacia el Castillo.
Todos para arriba.

Torreón del Castillo de Monfragüe.
 
Panorámica.
Ascendiendo al Castillo.
Panorámica.

Otra más.

Posado de rigor.

Las dehesas de Monfragüe.
Otra panorámica.
Y otra.
 
Antiguo punto de agua.

Llegando al Puente del Cardenal.
   Cruzándole.
Está muy deteriorado, por la acción del agua.
Edificio de la Guardia del puente.
Todos los grandes lagos tienen su monstruo.
Aquí aparece el de este,
¡El Cormorán Gigante de Monfragüe!.
Chozos.
Este parao un momento a descansar,
y se quedo dormido. Esto es lo que queda de él.
Otro punto de agua.
Villareal de San Carlos.

Otro pozo.
Trazado del antiguo Cordel que discurre por estos lares.
 
Posando.
En este tramo el cordel está empedrado.

Descansando.
Final de la ruta, en la zona recreativa
del camping de Monfragüe.
  Tomando unas cañitas.
  ¡No – No – No…! ¡Si – Si – Si…! Asustada la tenían.
Castigando a la paella.
  Y al pan.