martes, 19 de noviembre de 2013

El Gasco - El Gasco. 17 de Noviembre de 2013.

  Llegada al Gasco.
 
 
 
El día 17 de noviembre de 2013, realizamos un bonito recorrido por algunos parajes de esta comarca tan enigmática como es la de las Hurdes (El Gasco, Collada del Manzano, Canchigordo, Collado Riscosillo y Fragosa). Recorrimos rincones que parecen estar anclados en el tiempo, como pueden ser los bancales que los foráneos de estos lugares, construyen a lo largo del cauce del rio para sacar un mínimo rendimiento a esta tierra tan recia. Las siguientes imágenes, fueron algunas de las que fui tomando a lo largo del recorrido.
Pero antes de mostrarles las imágenes, permítanme que les narre algo sobre los seres fantásticos que andan por esta comarca de las Hurdes. En esta ocasión describe lo que sigue:
 
Las monstruosas serpientes del Río Hurdano
Muchas leyendas de grandes serpientes corren por esta quebrada y montuosa comarca de las Hurdes, la que a continuación les relato se enmarca en la pequeña población de Martilandrán. Es Martilandrán  una de las muchas alquerías de las llamadas Hurdes Altas. Pertenece al concejo de Nuñomoral. A un tiro de piedra del poblado, atravesada por la carretera que conduce a la cabeza del municipio, puede observarse una torrentera producida por la erosión de las aguas. Explican los naturales el accidente geográfico mediante una significativa leyenda que dice así:
Un rico propietario, poseedor de una hermosa vaca, empezó a comprobar que su animal presentaba la ubre escuálida y seca, cuando fechas atrás sus tetas habían sido todo un símbolo de la abundancia. Intentó buscar las razones de aquella anormalidad y para ello optó por el simple y llano método de vigilar a la vaca. Luego de una paciente pesquisa pudo observar que, cada atardecer, una gigantesca serpiente reptaba por los riscales y sigilosamente se acercaba hasta el tranquilo animal y, trepándole por las patas, le mamaba con avidez. El asustado vaquero, incapaz de enfrentarse a la monstruosa culebra, hubo de urgir una treta. Fabricó un ungüento, en el que no faltaba la pólvora, y con él restregó toda la ubre de la cornúpeta. Volvió la serpiente como cada jornada a la cata de su preciado alimento y lo engulló ávidamente como era su costumbre. Con la leche tragó el ungüento. El efecto de la pócima no se hizo esperar. Al instante el reptil se hinchó cual si fuera una pelota, siendo incapaz la piel de sujetar la presión de sus entrañas. Aquel monstruoso cuerpo explotó, voló por los aires, formándose de él la más negra nube que conocieron los siglos, que descargó sobre tal punto un aguacero que arrastró hasta las profundidades del valle del Malvellido parte de la ladera. La impresionante tormenta configuró el socavón que aún hoy se contempla.

Aunque ya tienen años, contra más empinado lo ven,
 más se alegran.
Puerta antigua en el Gasco.

Otra más.
Comenzamos el ascenso.

Algunas viejas casas del Gasco.
La escoba del grupo.
Panorámica del Gasco.
Caminando por el sendero del Lombo de las Viñas.
Panorámica del recio terreno de las Hurdes.
Otra panorámica.
Reagrupándonos en un mirador.
En primer lugar el “Volcán del Gasco”,
 a su izquierda el Gasco y siguiendo el valle
la Fragosa y Martilandran.
Diversidad de tonos con el plomizo de las nubes.

Descendiendo por un cortafuegos.
Hace unos años todas estas sierras
se consumieron en voraces incendios,
 hoy en día vuelven a estar repobladas y el nuevo
germen de sus montes poquito a poco va creciendo.
Al fondo el pico Tienda.

Reagrupados en el Collado Riscosillo.
Los pueblos de la Fragosa y Martilandran.
Pelados escarpes.

 Descendiendo hacia la Fragosa.
 
Castaños.
 Hora de comer.

Se reían debido al frio que tenían.
Está algo empinado.
Retomamos la marcha.

El “Volcán” del Gasco.
Subiendo un repecho.
Bancales de cultivos.
Panorámica.
 
Ascendiendo hacia el chorro de la Miancera.
Otra más.
Posando en el Chorro.
La Miancera.
Otra más.
Y otra.
Y esta última se la he mangado a Guillermo Castuera,
en ella se ve a través del cristal al que cuenta la película.
 
 
 
 
 

viernes, 15 de noviembre de 2013

Ruta de Carlos V - 10 de Noviembre de 2013.

  Tomando un café antes de comenzar la ruta.
 
 
El domingo día 10 de noviembre de 2.013 realice en compañía de mi hijo y algunos compañeros del club de montaña Valcorchero la ruta de Carlos V. Este recorrido transcurre entre las poblaciones de Tornavaca y Jarandilla, atravesando montañas y gargantas que alegraron nuestros ojos. Muestra de ello son las imágenes, que después de relatarle la leyenda de rigor les mostrare. En este caso, he escogido la leyenda que lleva por título La Dama Blanca. Y que transcurre durante el reinado de Felipe II, hijo del Emperador Carlos V, y en honor al cual se realiza esta ruta. La leyenda en cuestión relata lo siguiente:
La Dama Blanca
 
Corría el año 1550; el oro venía del Perú en galeones bien custodiados, y acompañando el dulce tintineo, llenos de orgullo y acariciados por doradas esperanzas, también llegaban sus propietarios. Uno de ellos, viejo, corcovado, con los ojos cansados de contemplar tesoros, desembarcaba en Cádiz. Era rico, y con el oro se creía capaz de comprarlo todo: hasta el amor. Se le hizo largo el viaje a la Villa y Corte, pues recordaba que su amigo el médico del Rey quedó tutor de una niña encantadora que ahora frisaría en los veinte años y soñaba en contagiarse de su juventud contrayendo matrimonio con ella. Llegó el perulero, habló con el tutor; nada se consultó con la muchacha, aunque algo se le dio a entender de boda inminente. Y una vez todo dispuesto para la ceremonia, el viejo médico llevó a su pupila al Palacio Real. Don Felipe II habíale siempre demostrado afecto, y en esta ocasión le ofreció como regalo nupcial digno de su grandeza, las trece monedas de oro que habían de servir de arras.
 Vivía la novia en la calle de las Infantas, en una casa de piedra roja, con siete chimeneas y rodeada de un gran jardín. Celebróse el casamiento con gran pompa. El anciano esposo había regalado a la juvenil desposada un magnífico traje blanco, todo bordado con perlas. De encaje de Bruselas era el manto, que le llegaba hasta su borde, y ocultaba su cara y sus ojos enrojecidos por el llanto.
Vino después el banquete, en el que los invitados, obsequiados hasta la saciedad, se tambaleaban en los límites de la embriaguez. Cayó la tarde; los criados encendieron las luces. La novia se había retirado a sus habitaciones, lejos del bullicio. Y en medio de la noche, cuando el perulero, pensando en su felicidad, comprada con su oro, y a costa de las lágrimas de una obediente muchacha, fue a buscarla... no la encontró; alarmado, gritó a los servidores, recorrieron la inmensa casa, registraron rincones, repasaron los salones del banquete, sin el menor éxito, y, por último, bajaron a los sótanos. Y allí, en el suelo húmedo, en un aire mohoso, pesado e irrespirable, la encontraron echada. El velo de encaje aún temblaba en su frente. El traje de perlas estaba teñido de rojo. Acercaron los candiles; entre sus manos sostenía el pañuelo bordado; trece monedas de oro, las arras, estaban a sus pies, y un puñal florentino, incrustado con gemas de colores, estaba clavado en su corazón.
Horrorizados, se retiraron en silencio amo y servidores.
¿Quién pudo cometer aquello? ¿Un despechado amante? ¿Un egregio celoso? Aún queda en pie el enigma. Sólo sabemos que de cuando en cuando, en los sótanos de la casa, se oyen gemidos, y dicen que alguien ha visto pasear, como un espectro, en las altas horas de la noche, a una dulce mujer, envuelta en velos, haciendo tintinear en sus manos blancas de cadáver las trece monedas de sus arras.
 
                Y estas fueron las imágenes tomadas:

Ayuntamiento de Tornavacas.
Acebo con fruto.
  Mejor no lesionarse durante el recorrido.
Ya que estos eran los que se encargarían de socorrerte.
Panorámica otoñal del Valle del Jerte.
Caminantes.

Control en el Collado de las Losas,
 llevado a cabo por sus Majestades.

Más caminantes.

10 puntos para la simpática representante
de la organización de la ruta.
  Diversidad de tonos en el paisaje.
El puente “Nuevo” sobre la garganta de La Serra.
En ella la gente repones fuerzas,
 antes de comenzar la subida que nos llevara
 por Robledo Hermoso.
  Otra panorámica de la garganta de La Serra.
La gente llegando a Los Escalerones.
Alto en el collado de Las Yeguas.
Al fondo la Cuerda de Los Infiernillos.

En esta al Fondo se encuentra La Panera.
  Reponiendo fuerzas.
Garganta del Yedrón.
Otro de los controles.
Jorge posando.

Como quedo el amigo.
Este está en mejores condiciones.
Panorámica de la Portilla Jaranda,
tomada desde el puente de Palos.