Llegada al Gasco.
El día 17 de noviembre de 2013, realizamos un
bonito recorrido por algunos parajes de esta comarca tan enigmática como es la
de las Hurdes (El Gasco, Collada del Manzano, Canchigordo, Collado Riscosillo y
Fragosa). Recorrimos rincones que parecen estar anclados en el tiempo, como
pueden ser los bancales que los foráneos de estos lugares, construyen a lo
largo del cauce del rio para sacar un mínimo rendimiento a esta tierra tan
recia. Las siguientes imágenes, fueron algunas de las que fui tomando a lo largo
del recorrido.
Pero antes de mostrarles las imágenes, permítanme que les narre algo
sobre los seres fantásticos que andan por esta comarca de las Hurdes. En esta
ocasión describe lo que sigue:
Las monstruosas serpientes del
Río Hurdano
Muchas leyendas de grandes
serpientes corren por esta quebrada y montuosa comarca de las Hurdes, la que a
continuación les relato se enmarca en la pequeña población de Martilandrán. Es
Martilandrán una de las muchas alquerías
de las llamadas Hurdes Altas. Pertenece al concejo de Nuñomoral. A un tiro de
piedra del poblado, atravesada por la carretera que conduce a la cabeza del
municipio, puede observarse una torrentera producida por la erosión de las
aguas. Explican los naturales el accidente geográfico mediante una significativa
leyenda que dice así:
Un rico propietario,
poseedor de una hermosa vaca, empezó a comprobar que su animal presentaba la
ubre escuálida y seca, cuando fechas atrás sus tetas habían sido todo un
símbolo de la abundancia. Intentó buscar las razones de aquella anormalidad y
para ello optó por el simple y llano método de vigilar a la vaca. Luego de una
paciente pesquisa pudo observar que, cada atardecer, una gigantesca serpiente
reptaba por los riscales y sigilosamente se acercaba hasta el tranquilo animal
y, trepándole por las patas, le mamaba con avidez. El asustado vaquero, incapaz
de enfrentarse a la monstruosa culebra, hubo de urgir una treta. Fabricó un
ungüento, en el que no faltaba la pólvora, y con él restregó toda la ubre de la
cornúpeta. Volvió la serpiente como cada jornada a la cata de su preciado
alimento y lo engulló ávidamente como era su costumbre. Con la leche tragó el
ungüento. El efecto de la pócima no se hizo esperar. Al instante el reptil se
hinchó cual si fuera una pelota, siendo incapaz la piel de sujetar la presión
de sus entrañas. Aquel monstruoso cuerpo explotó, voló por los aires,
formándose de él la más negra nube que conocieron los siglos, que descargó
sobre tal punto un aguacero que arrastró hasta las profundidades del valle del
Malvellido parte de la ladera. La impresionante tormenta configuró el socavón
que aún hoy se contempla.
Aunque ya tienen años, contra más empinado lo
ven,
más se alegran.
Puerta
antigua en el Gasco.
Otra más.
Comenzamos
el ascenso.
Algunas viejas casas del Gasco.
La escoba del grupo.
Panorámica del Gasco.
Caminando por el sendero del Lombo de las Viñas.
Panorámica del recio terreno de las Hurdes.
Otra panorámica.
Reagrupándonos en un mirador.
En primer lugar el “Volcán del Gasco”,
a su
izquierda el Gasco y siguiendo el valle
la Fragosa y Martilandran.
Diversidad
de tonos con el plomizo de las nubes.
Descendiendo por un cortafuegos.
Hace unos años todas estas sierras
se consumieron
en voraces incendios,
hoy en día vuelven a estar repobladas y el nuevo
germen
de sus montes poquito a poco va creciendo.
Al
fondo el pico Tienda.
Reagrupados en el Collado Riscosillo.
Los pueblos de la Fragosa y Martilandran.
Pelados
escarpes.
Descendiendo
hacia la Fragosa.
Castaños.
Hora
de comer.
Se reían debido al frio que tenían.
Está algo empinado.
Retomamos
la marcha.
El “Volcán” del Gasco.
Subiendo un repecho.
Bancales de cultivos.
Panorámica.
Ascendiendo hacia el chorro de la Miancera.
Otra más.
Posando en el Chorro.
La Miancera.
Otra más.
Y otra.
Y esta
última se la he mangado a Guillermo Castuera,
en ella se ve a través del
cristal al que cuenta la película.
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