sábado, 1 de marzo de 2014

Subida al Cancho - 23 de febrero de 2014.

Llegada al hotel los Alisos desde donde comenzaríamos.
 
 
 
El 23 de febrero de 2014, hemos realizado la ruta de la subida al Cancho. Este pico se encuentra en la Sierra de Gredos. El día no acompaño todo lo esperado, ya que estuvo bueno en lo referente al sol, pero malo en lo referente al viento, este último nos azoto por todos los lados durante toda la jornada. Aún con esto pasamos una buena jornada de montaña.
Buscando alguna historia o leyenda de la comarca de Gredos para acompañar a mí reportaje, he dado con este blog  de Andrés Martín  en el cual cuenta y detalla algunos aspectos sobre tradiciones, iglesias y otras cosas de los pueblos de esta comarca. Los cuales me han parecido bastantes interesantes, motivo por el cual les transcribiré algunos de ellos cada vez que venga por estas montañas. El primero que les presento lleva por título Minotauros de Gredos y dice así:
MINOTAUROS DE GREDOS.
Como sucediera cuando hablamos de Zacapeal, mi afición por la mitología griega ha vuelto a colarse en el título de un post. Pero que esta manía mía no os confunda, ya que no hablaremos -al menos literalmente-del mítico habitante del laberinto de Dédalo, hijo de Parsifae y el Toro de Creta. Lo tomo como símil basado en la hibridación que caracteriza a este monstruo mitad -superior- toro, mitad -inferior- humano. Esta unión, la del hombre y el Toro, en Gredos adquiere un significado especial, pues aunque actualmente sus pueblos son conocidos gracias al turismo, la ganadería siempre ha ocupado un lugar muy importante. Lógicamente en Gredos no hubo minotauros, pero sí hubo personas que se “transformaban en toros” el 17 de enero de cada año; se trataba de una diversión infantil, muy del agrado de los muchachos, y tan sencilla como auténtica…Según Alfredo González -a quien agradezco la información e ilustraciones- en primer lugar, tanto niños como jóvenes se ponían al cuello cencerros de diversos tipos y tamaños que recibían un nombre concreto dependiendo del animal para el que estuvieran concebidos: changarros/as, cencerras, campanillos, picotas, truquillos/as, zumbas, piquetes, esquilas, arrieras, cañones…etc. Una vez hecho esto, corrían por las calles del pueblo haciéndolos sonar; es por ello que también se conocía esta celebración como “El Día de los Campanillos”. Algunos de los chavales se  ponían cuernos auténticos que podían tener en sus casas, y, atándolos a un trozo de madera, se hacían pasar por verdaderas reses embistiendo a todo el que se encontraban. Pero de entre todos los ingenios que se fabricaban para tal acontecimiento (y no eran pocos), el que más llamaba la atención era una cabeza de toro de mimbre blanca, cuyo lucimiento por parte de los mozos de mayor edad era un honor muy disputado. Se trataba de una refinada muestra de artesanía de las que hoy encontramos en extinción. Dicha cabeza, afortunadamente, se conserva; yo he podido verla y probarla gracias a la amabilidad de sus propietarios. Un ejemplar similar aparece mencionado en la obra de Benito Pérez Galdós El doctor Centeno:
             ”…Y tanto repitieron los chicos aquel juego, que llegaron a organizarlo convenientemente, para lo cual tenía especial tino el gran Juanito del Socorro, sujeto de mucho tacto y autoridad. Era empresario y presidente, acomodador y naranjero. Dirigía las suertes y asignaba a cada cual su papel, reservándose siempre el de primer espada. A Felipe le tocaba siempre ser toro. [111]
Quisieron proporcionarse una de esas cabezotas de mimbres que adornan las puertas de las cesterías; pero no lograron pasar del deseo al hecho, porque no había ningún rico en la cuadrilla, ni aunque se juntaran los capitales de todos, podrían llegar a la suma que se necesitaba. Se servían de una banasta, donde Felipe metía la cabeza. ¡Con qué furor salía él del toril, bramando, repartiendo testarazos, muertes y exterminio por donde quiera que pasaba! A éste derribaba, a aquél lo metía el cuerno por la barriga, al otro levantaba en vilo. Víctimas de su arrojo, muchos caían por el suelo, hasta que Juanito del Socorro, alias Redator, lo remataba gallarda y valerosamente dejándole tendido con media lengua fuera de la boca.”
Benito Pérez Galdós El Doctor Centeno, pp. 111-114.
He de señalar que la única noticia que tengo de esta práctica en Gredos viene de Hoyos del Espino, por ello os agradecería que si en vuestros pueblos vivisteis algo similar, me lo contéis en la parte de comentarios, y así dar una visión más completa, ya que como se menciona en Léxico Español de los Toros de José Carlos de torres, este “Juego del Toro” estaba bastante extendido.
            “Nadie quería cargar con los cuernos, porque ha de saberse que, como el juego del toro estaba muy extendido, en las cesterías y en las tiendas de juguetes se vendían cabezas de toro de mimbre, que se encasquetaban las cabezotillas de los encargados de embestir. Abundaban asimismo otras más toscas y sumarias, aunque más terroríficas, porque consistían en unos cuernos de verdad montados en una tabla con dos asas que empuñaba el torito humano” (Paseíllo por el planeta, p.13). Juego de la sociedad tradicional de antaño.
José Carlos de torres, Léxico Español de los Toros, p. 451 
            Y ya que estamos con citas literarias concluyo aquí con una extraída del  libro Aires de Gredos, del ya mencionado Alfredo González, y a cuyo llamamiento me sumo…
“Habiendo descrito someramente en qué consistía esta fiesta, no me daré por satisfecho si no dejo sembrado en la mente de quienes en la actualidad disfrutan de la saludable alegría de vivir sus ilusiones en nuestro querido pueblo ¿Por qué no revivir esta tradición?. Con las facilidades que hay en la actualidad, con el envolvimiento y ayuda de las instituciones locales, con el talento y las ganas del hacer bien las cosas que caracterizan a los habitantes de Hoyos del Espino, con tanta buena gente, no será difícil que, en cualquier año próximo, se celebre una fiesta el día de San Antón que seguirá llamándose “El día de los Campanillos”
Alfredo González Tejado, Aires de Gredos, p. 215
Bueno ahora pasemos a exponer las imágenes que fueron tomadas a lo largo del recorrido de la subida al Cancho.

El sol comienza a iluminar las cumbres.
1º Reagrupamiento.
Panorámica.
Por allí debe de andar nuestro objetivo.

Posando.

Cascada del Lanchón.
Más panorámicas.
Aproximándonos a la nieve.
Otra panorámica.
Hora de colocarse los “hierros en los pies”.

El Pulpito.
Otra más.
Y otra.

Más panorámicas.
En la garganta.
Empieza a empinarse el terreno.
Y más y más.
El amigo Joaquín, que en una caída se daño la nariz.
Hielo y más hielo.
El amigo Jorge.

Pasos complicados.

Reagrupamiento.
Transitando por la arista que sube al Cancho.
Panorámica del Cancho.
Unos Suben y otros bajan.
Otra panorámica.
Otros que bajan y otros que suben.
Y el del medio era el “Guardia del Tráfico”.
Otra más de la subida.
Cumbre del Cancho.
Otra panorámica.
Más Cancho.
Jorge y la niebla que desciende.
Jorge sin niebla.
Algunos de los que coronaron el Cancho.
 
 
 
 

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