Llegada al hotel los Alisos
desde donde comenzaríamos.
El 23 de febrero de 2014, hemos
realizado la ruta de la subida al Cancho. Este pico se encuentra en la Sierra
de Gredos. El día no acompaño todo lo esperado, ya que estuvo bueno en lo
referente al sol, pero malo en lo referente al viento, este último nos azoto
por todos los lados durante toda la jornada. Aún con esto pasamos una buena
jornada de montaña.
Buscando alguna historia o
leyenda de la comarca de Gredos para acompañar a mí reportaje, he dado con este
blog de Andrés Martín en el cual cuenta y detalla algunos aspectos
sobre tradiciones, iglesias y otras cosas de los pueblos de esta comarca. Los cuales
me han parecido bastantes interesantes, motivo por el cual les transcribiré
algunos de ellos cada vez que venga por estas montañas. El primero que les
presento lleva por título Minotauros de Gredos y dice así:
MINOTAUROS DE GREDOS.
Como sucediera cuando
hablamos de Zacapeal, mi afición por la mitología griega ha vuelto a
colarse en el título de un post. Pero que esta
manía mía no os confunda, ya que no hablaremos -al menos literalmente-del
mítico habitante del laberinto de Dédalo, hijo de Parsifae y el Toro de Creta.
Lo tomo como símil basado en la hibridación que caracteriza a este monstruo
mitad -superior- toro, mitad -inferior- humano. Esta unión, la del hombre y el
Toro, en Gredos adquiere un significado especial, pues aunque actualmente sus
pueblos son conocidos gracias al turismo, la ganadería siempre ha ocupado un
lugar muy importante. Lógicamente en Gredos no hubo minotauros, pero sí
hubo personas que se “transformaban en toros” el 17 de enero de cada año; se
trataba de una diversión infantil, muy del agrado de los muchachos, y tan
sencilla como auténtica…Según Alfredo González -a quien agradezco la
información e ilustraciones- en primer lugar, tanto niños como jóvenes se
ponían al cuello cencerros de diversos tipos y tamaños que recibían un nombre
concreto dependiendo del animal para el que estuvieran concebidos:
changarros/as, cencerras, campanillos, picotas, truquillos/as, zumbas,
piquetes, esquilas, arrieras, cañones…etc. Una vez hecho esto, corrían por las
calles del pueblo haciéndolos sonar; es por ello que también se conocía esta
celebración como “El Día de los Campanillos”. Algunos de los chavales se
ponían cuernos auténticos que podían tener en sus casas, y, atándolos a un
trozo de madera, se hacían pasar por verdaderas reses embistiendo a todo el que
se encontraban. Pero de entre todos los ingenios que se fabricaban para tal
acontecimiento (y no eran pocos), el que más llamaba la atención era una cabeza
de toro de mimbre blanca, cuyo lucimiento por parte de los mozos de mayor edad
era un honor muy disputado. Se trataba de una refinada muestra de artesanía de
las que hoy encontramos en extinción. Dicha cabeza, afortunadamente, se
conserva; yo he podido verla y probarla gracias a la amabilidad de sus
propietarios. Un ejemplar similar aparece mencionado en la obra de Benito Pérez
Galdós El doctor Centeno:
”…Y tanto repitieron los chicos aquel juego, que llegaron a
organizarlo convenientemente, para lo cual tenía especial tino el gran Juanito
del Socorro, sujeto de mucho tacto y autoridad. Era empresario y presidente,
acomodador y naranjero. Dirigía las suertes y asignaba a cada cual su papel,
reservándose siempre el de primer espada. A Felipe le tocaba siempre ser toro.
[111]
Quisieron proporcionarse
una de esas cabezotas de mimbres que adornan las puertas de las
cesterías; pero no lograron pasar del deseo al hecho, porque no había ningún
rico en la cuadrilla, ni aunque se juntaran los capitales de todos, podrían
llegar a la suma que se necesitaba. Se servían de una banasta, donde Felipe
metía la cabeza. ¡Con qué furor salía él del toril, bramando, repartiendo
testarazos, muertes y exterminio por donde quiera que pasaba! A éste derribaba,
a aquél lo metía el cuerno por la barriga, al otro levantaba en vilo. Víctimas
de su arrojo, muchos caían por el suelo, hasta que Juanito del Socorro, alias
Redator, lo remataba gallarda y valerosamente dejándole tendido con media
lengua fuera de la boca.”
Benito
Pérez Galdós El Doctor Centeno, pp. 111-114.
He de señalar que la única
noticia que tengo de esta práctica en Gredos viene de Hoyos del Espino, por
ello os agradecería que si en vuestros pueblos vivisteis algo similar, me lo
contéis en la parte de comentarios, y así dar una visión más completa, ya que
como se menciona en Léxico Español de los Toros de José
Carlos de torres, este “Juego del Toro” estaba bastante extendido.
“Nadie quería cargar con los cuernos, porque ha de saberse que, como el juego
del toro estaba muy extendido, en las cesterías y en las tiendas de juguetes se
vendían cabezas de
toro de mimbre, que se encasquetaban las cabezotillas de los
encargados de embestir. Abundaban asimismo otras más toscas y sumarias, aunque
más terroríficas, porque consistían en unos cuernos de verdad montados en una
tabla con dos asas que empuñaba el torito humano” (Paseíllo por el planeta,
p.13). Juego de la sociedad tradicional de antaño.
José
Carlos de torres, Léxico Español de los Toros, p. 451
Y ya que estamos con citas literarias concluyo aquí con una extraída del
libro Aires de Gredos, del ya mencionado Alfredo González, y a
cuyo llamamiento me sumo…
“Habiendo descrito someramente
en qué consistía esta fiesta, no me daré por satisfecho si no dejo sembrado en
la mente de quienes en la actualidad disfrutan de la saludable alegría de vivir
sus ilusiones en nuestro querido pueblo ¿Por qué no revivir esta tradición?.
Con las facilidades que hay en la actualidad, con el envolvimiento y ayuda de
las instituciones locales, con el talento y las ganas del hacer bien las cosas
que caracterizan a los habitantes de Hoyos del Espino, con tanta buena gente,
no será difícil que, en cualquier año próximo, se celebre una fiesta el día de
San Antón que seguirá llamándose “El día de los Campanillos”
Alfredo
González Tejado, Aires
de Gredos, p. 215
Bueno
ahora pasemos a exponer las imágenes que fueron tomadas a lo largo del
recorrido de la subida al Cancho.
El sol comienza a iluminar las cumbres.
1º Reagrupamiento.
Panorámica.
Por allí debe de andar
nuestro objetivo.
Posando.
Cascada del Lanchón.
Más panorámicas.
Aproximándonos a la nieve.
Otra panorámica.
Hora de colocarse los “hierros
en los pies”.
El Pulpito.
Otra más.
Y otra.
Más panorámicas.
En la garganta.
Empieza a empinarse el terreno.
Y más y más.
El amigo Joaquín, que en una caída se daño la nariz.
Hielo y más hielo.
El amigo Jorge.
Pasos complicados.
Reagrupamiento.
Transitando por la arista que sube al Cancho.
Panorámica del Cancho.
Unos Suben y otros bajan.
Otra panorámica.
Otros que bajan y otros que suben.
Y el del medio era el “Guardia
del Tráfico”.
Otra más de la subida.
Cumbre del Cancho.
Otra panorámica.
Más Cancho.
Jorge y la niebla que desciende.
Jorge sin niebla.
Algunos de los que coronaron el Cancho.
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